jueves, 5 de marzo de 2009

El Rio y Yo


He estado junto al rio.

He visto correr sus aguas sin cesar.

Sus aguas transparentes, rumorosas y frescas son vida.
He querido atrapar, detener esas aguas cristalinas y vivificadoras.

Hubiera querido paralizarlas para disfrutar sumergiéndome en ellas

sin permitirles fluir ni cambiar.


Pero el río es río. Y el río es fluir.


Su naturaleza es el correr de las aguas

siempre idénticas y siempre cambiantes.


Como la vida misma. Me he sentido uno con el río.
Y he sentido que toda mi existencia es un cambio continuo y sin fin.
Y me he remontado al origen del río, a la fuente.
Y he comprendido que soy río que fluye, pero también fuente que brota.


He comprendido que lo que fluye es mi existencia temporal,

que no puedo detener.
Pero ascendiendo llego a mi fuente. Y siento ser plenitud en la fuente.
Hay que dejar que el río sea río.

Lo que tiene que correr, cambiar y fluir debe seguir su curso.
Pero las formas infinitamente variadas del río a través de su cause tienen

un origen quieto, fecundo, copioso e inagotable.


Yo soy el río en el devenir de mi existencia temporal.

No puedo detener las leyes de su desarrollo, evolución y cambio.
Mis formas, como las del cauce del río, no puedo detenerlas.
He de sumergirme en las formas cambiantes del río y saber que soy río.
Pero también soy fuente, manantial copioso y vivificante. No hay río sin fuente.

Me siento feliz cuando me doy cuenta de que soy la fuente de mi rio.

D. Lostado

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